Fluidoterapia
Soluciones disponibles
para fluidoterapia
Soluciones
cristaloides
Son soluciones compuestas
por agua, electrólitos y/o azúcares en diferentes proporciones. Permanecen
transitoriamente en el espacio intravascular, de forma que al cabo de 15
minutos sólo queda el 50% del cristaloide perfundido. En función de su
osmolaridad respecto al plasma, se clasifican en isotónicas, hipotónicas o
hipertónicas.
Soluciones
cristaloides isotónicas
Permiten la reposición de
la volemia, aunque se precisan grandes cantidades debido a la difusión libre
del líquido hacia el intersticio. Se calcula que ha de reponerse entre 3-4
veces el volumen perdido para lograr su reposición.
Fluidoterapia
y hemoterapia en el shock
Suero
fisiológico (salino, al 0,9%). Es el cristaloide más utilizado. Es
ligeramente hipertónico respecto
al plasma y levemente acidótico. No diluye en exceso los factores de la coagulación,
plaquetas y proteínas. Si se
utilizan excesivas cantidades, el Cl– desplaza a los bicarbonatos dando lugar a
una acidosis hiperclorémica, lo que
permite que sea un fluido adecuado para
el tratamiento de las alcalosis hipoclorémicas (como sucede en las
quemaduras extensas).
Solución
de Ringer. Es similar al suero fisiológico, salvo que parte del sodio es sustituido por calcio y
potasio. Está indicada especialmente para pérdidas electrolíticas con
depleción del espacio extravascular.
Solución
de Ringer lactato. Es similar a la solución de Ringer, pero contiene,
además, lactato, que es transformado en el hígado a piruvato
y posteriormente a bicarbonato (ciclo de Cori). También contiene algo menos de cloro que el fisiológico,
por lo que, además de aportar un tampón, tiene
menos capacidad de contribuir a la acidosis hiperclorémica (por lo que mejora
el estado de una acidosis hiperclorémica). El efecto de volumen que produce
es similar al del fisiológico. Su principal desventaja es la posibilidad de producir encefalopatía cuando las concentraciones de
D-lactato son superiores a 3 mOsm/l (en el plasma normalmente se encuentra
a menos de 0,02 mOsm/l); por esto,
hay que utilizarlo con precaución en las
situaciones que pueden comprometer la metabolización del lactato, como sucede
en insuficiencia hepatocelular o en estados de hipoperfusión hepática.
Tipos cristaloides (y
algunas mezclas con coloides):
Las
soluciones isotónicas que contienen glucosa, como suero glucosalino y suero
glucosado al 5%, no están indicadas en la resucitación del shock.
Soluciones
cristaloides hipertónicas
La solución
salina hipertónica más utilizada es al 7,5%, aunque hay presentaciones con
otras concentraciones. Al aumentar la concentración de sodio en el
espacio intravascular se produce un movimiento del agua desde los espacios
intersticial e intracelular hacia el intravascular, precisando menor volumen de
perfusión que el fisiológico. El efecto expansor es de 4-7 veces el volumen
administrado, aunque de corta duración (< 1 hora). Para prolongarla se
añaden coloides (almidones HEA 0,5 al 6%), fórmulas que prolongan la acción del
suero salino hipertónico hasta las 7-8 horas.
La dosis recomendada es de
4 ml/kg, en dosis única, pudiendo repetirse en situaciones
especiales; se administra
en bolos i.v. que pasan en unos 10 minutos.
Como efectos beneficiosos
se han destacado la disminución de las resistencias vasculares sistémicas, el
aumento del índice cardiaco, de los flujos renal y esplácnico, y la reducción
de la presión intracraneal al disminuir el edema cerebral.
Está
indicada en el shock hipovolémico, sobre todo en el nivel prehospitalario, en lo que
se denomina «resucitación con bajo volumen». Con ello se consigue un efecto
hemodinámico rápido mientras se realiza el traslado al hospital. Se utiliza en
caso de grandes catástrofes y en guerras, donde la logística es precaria.
También
se recomienda en los casos de resucitación en el shock hemorrágico asociado a traumatismo
craneoencefálico grave, ya que aumenta la presión arterial (PA) y desciende la intracraneal,
mejorando la presión de perfusión cerebral. Por ejemplo, su indicación
extrahospitalaria sería la de un paciente con hipotensión severa y traumatismo
craneoencefálico (TCE) grave (Glasgow < 9), y tiempo de transporte mayor de
30 minutos.
Como
efectos secundarios destacan la hipernatremia e hiperosmolaridad, el edema
pulmonar y las arritmias cardiacas.
Las
soluciones
glucosadas hipertónicas (10, 20 y
40%) sólo se utilizan en bolo i.v. en caso de hipoglucemia asociada, y no están
indicadas en la reposición de volumen.
Soluciones
coloides
Son fluidos a los que se
añaden partículas de elevado peso molecular en suspensión que no pueden atravesar las membranas celulares.
Por lo tanto, aumentan la osmolaridad
plasmática y la presión oncótica, y son capaces de retener más cantidad de agua
dentro del espacio intravascular.
Producen efectos
hemodinámicos más rápidos y duraderos que los cristaloides.
Sus
principales indicaciones son:
·
sangrado
activo,
·
pérdidas
proteicas importantes
·
ineficacia
de los cristaloides.
En
la hipovolemia se emplean asociados a cristaloides en proporción 3:1 (3
cristaloides/1 coloide).
Tipos de coloides:
Según Chamorro et al.
(2002), cuando se administren los coloides
se deben tener en cuenta los siguientes puntos para una administración indicada,
mejorar la situación hemodinámica del paciente y minimizar los efectos
secundarios:
·
Los coloides restauran el volumen intravascular más
rápido y con menor cantidad que los cristaloides.
·
La dosis máxima diaria no debe superar los 20
ml/kg.
·
No se deben emplear en pacientes con
insuficiencia renal aguda (IRA) –a excepción de la prerrenal por
hipovolemia– o en los casos de insuficiencia renal muy avanzada.
·
Administrar con precaución en pacientes con
hemorragias agudas.
·
Evitar su utilización en pacientes
con coagulopatías conocidas.
·
Las alteraciones de la coagulación inducidas por los
coloides se pueden controlar con desmopresina.
·
La diuresis inicial tras la administración de coloides
no debe ser interpretada, a priori, como respuesta
a una volemia adecuada, ya que es una diuresis osmótica que
incluso puede inducir una mayor depleción de volumen.
·
Los nuevos almidones probablemente se acerquen al
perfil ideal de los coloides.
·
Las gelatinas son los coloides que producen mayor incidencia
de reacciones alérgicas.
·
Los dextranos no se deben administrar antes de
realizar las pruebas cruzadas previas a una transfusión, ya que pueden
interferir y retrasar el resultado.
·
Existen dos tipos de coloides: los naturales (albúmina)
y los semisintéticos (dextranos, gelatinas y almidones).
Albúmina
Es el coloide natural por
excelencia. Es una proteína sintetizada por el hígado, con un
peso molecular entre 66.000
y 69.000 daltons, y que genera el 80% de la presión oncótica del plasma.
Produce gran expansión del volumen plasmático de forma rápida. Tiene una vida media
de 4-16 horas y carece de factores de coagulación.
Como desventajas: a) presenta
reacciones anafilácticas y b) su elevado coste.
Está
indicada especialmente en situaciones de hipoproteinemia (ascitis,
malnutrición) y protocolo de
paracentesis terapéutica.
Almidones
HEA (hidroxietil almidón)
Son una serie de soluciones
coloidales derivadas de la amilopectina del almidón de maíz o trigo mediante la
hidroxietilación de los grupos hidroxilo en los carbonos 2, 3 o 6 de la
molécula de glucosa. La hidroxietilación preserva la amilopectina de la acción
de la alfa-amilasa, lo que prolonga su duración en el espacio intravascular;
agrupa a moléculas de diferente peso molecular.
Se clasifican en función de
tres parámetros: el peso molecular, el índice o grado de sustitución molar y la
relación C2/C6.
El peso molecular
determinará la efectividad en cuanto a capacidad expansora, duración y
seguridad de la molécula, especialmente en el aspecto de la coagulación y la
función renal. Lo ideal es que el peso molecular in
vivo esté
cercano al dintel renal de eliminación (50.000 y 60.000 daltons).
Tiene
una capacidad expansora similar a la de la albúmina, pero con una vida media
mayor.
Están
indicados en la reposición de volumen, no sobrepasando la dosis de 20 ml/kg.
Dextranos
Son polisacáridos de alto
peso molecular formado por polímeros de glucosa y obtenidos mediante síntesis
bacteriana.
Existen dos formas de
presentación, el dextrano 70 (con un peso molecular de 70.000 daltons), comercializado
al 6 y 10% y el dextrano 40 (con un peso molecular de 40.000 daltons) comercializado
al 6% en solución salina o glucosada. Su eliminación es renal, siendo
dependiente del tamaño de la molécula. Deben
ser administrados junto a cristaloides. Son los coloides con mayor cantidad de
efectos secundarios: antitrombóticos, riesgo de anafilaxia en pacientes
atópicos, fallo renal a altas dosis, diuresis osmótica, errores en la medición
de la glucemia y falsas tipificaciones del grupo ABO.
Salvo
su efecto antiagregante plaquetario, no tiene ventajas sobre el resto de coloides.
La dosis recomendada es inferior a 20 ml/kg.
Gelatinas
Son polipéptidos obtenidos
por desintegración del colágeno bovino, con un peso molecular medio entre
24.500 y 35.000 daltons, aunque su polidispersión oscila entre 15.000 y 90.000,
y son eliminadas rápidamente por la filtración glomerular.
Tienen
mayor poder expansor que la albúmina, pero sólo se mantiene entre 2 y 3 horas; su capacidad
expansora está entre el 70 y el 80% del volumen perfundido, y se pierde
alrededor del 60% del volumen en las primeras 24 horas.
Tienen poco contenido,
tanto de potasio como de calcio, y están comercializadas al 4%. Pueden presentar fenómenos de anafilaxia
(las más elevadas de los coloides) y constituyen una importante fuente de
calcio y de nitrógeno, por lo que hay que tener cuidado en la insuficiencia renal. A dosis excesivas pueden dan
lugar a alteraciones de la coagulación (las menores de todos los coloides). La dosis máxima ha de ser inferior a 20
ml/kg de volumen administrado.
Hemoterapia
Consiste en la
administración de sangre (concentrados de hematíes), plasma, plaquetas y crioprecipitados
con el objetivo de incrementar el aporte de oxígeno a los tejidos mediante el aporte
de hemoglobina (Hb) y no corregir la volemia, y en reponer los déficits de las
plaquetas y factores de la coagulación que se producen por la hemorragia y por
la sueroterapia.
Transfusión de sangre
Se utiliza actualmente la
transfusión de concentrados de hematíes. Cada unidad de concentrado de hematíes
eleva un 3% el hematocrito (Hto) o 1 g/dl la Hb a un adulto de 70 kg.
1. ¿Cuándo
transfundir?
La indicación de transfusión
nunca debe hacerse exclusivamente en
función de la Hb,
sino
que se necesitan otros parámetros, como la intensidad y velocidad de la pérdida
sanguínea,
la sintomatología y la presencia de comorbilidades.
A título orientativo y
siempre en función de lo expuesto con anterioridad, se transfundirá a:
·
Todo paciente con shock hemorrágico.
·
En presencia de una hemorragia, una vez estabilizado
hemodinámicamente, si tiene una Hb < 7 g/dl en ausencia de comorbilidad y
> 7 g/dl, dependiendo de la magnitud del sangrado, existencia de sangrado
activo y de la comorbilidad, especialmente isquemia miocárdica, insuficiencia
cardiaca, insuficiencia respiratoria, ancianos y presencia de limitación del flujo
sanguíneo en corazón y/o cerebro por arteriosclerosis.
2.¿Qué
transfundir?
Se cruzará la sangre para
utilizar la más específica para el paciente. En el caso de que no diera tiempo,
se utilizará sangre del grupo O negativo para cualquier paciente, o bien, del grupo
O positivo en varones y en mujeres menopáusicas.
3.¿Cuánto
transfundir y cómo?
Se transfundirán el número
de concentrados de hematíes necesarios para mantener el objetivo de Hb deseado,
que oscilará en función de sus comorbilidades (previamente sano, entre 7 y 9 g/dl; con antecedentes cardiovasculares,
entre 8 y 10 g/dl; si padece insuficiencia cardiaca, respiratoria o cardiopatía
isquémica, entre 9 y 10 g/dl), teniendo presente que no está indicada una
normalización de la Hb y aconsejándose no
superar los 10 g/dl para evitar la aparición de los efectos adversos
presentes cuando se transfunden un excesivo número de concentrados de hematíes.
Es imprescindible que, al
igual que los sueros utilizados en la fluidoterapia, los concentrados de hematíes sean atemperados a 37 °C para evitar la
hipotermia.
4.¿Qué
complicaciones tiene la transfusión de concentrados de hematíes?
Las complicaciones surgen,
sobre todo, cuando se realizan transfusiones superiores a
1-1,5 veces la volemia en
un periodo de 24 horas (politransfusión), o inferior a 8 horas
(transfusión masiva). Se
derivan de las características de la sangre almacenada, y se
agrupan bajo la
denominación de «lesión del banco de sangre». Las más importantes son: hipotermia, dificultad para liberar el
oxígeno de la Hb hacia los tejidos por desviación a la izquierda de la curva de
disociación de la Hb, intoxicación por citrato, hiperpotasemia, acidosis
metabólica, hiperglucemia, presencia de microagregados, inmunodepresión,
infecciones y coagulopatías.
Hemoderivados
Se utilizarán ante la presencia de alteraciones de la
coagulación. En el paciente con shock hemorrágico surgen por: a) dilución de los
factores de la coagulación circulantes, al igual que las plaquetas ante la
perfusión de grandes volúmenes de sueroterapia; b) hipotermia, que produce
disfunción plaquetaria y bloqueo de las reacciones de la coagulación; c) coagulopatía
de consumo, y d) politransfusión o transfusión
masiva.
Existe una carencia de factores de la coagulación, así como de plaquetas.
·
Plaquetas. Cada
unidad de plaquetas incrementa el recuento entre 5.000 y 8.000 μ/l. Están indicadas
cuando exista un recuento inferior a
50.000 μ/l. En el caso de
transfusión masiva, deberán añadirse 2 unidades de plaquetas por cada 6 concentrados
de hematíes.
·
Plasma
fresco congelado (PFC). Posee todos los
factores de la coagulación. En caso de transfusión masiva se administrará 1 unidad de plasma fresco congelado por
cada 5 concentrados de hematíes. Su dosificación es la siguiente:
o
Volumen
plasmático teórico = peso en kg x 45 ml (varones) o 40 ml (mujeres).
o
Volumen a
reponer
= volumen plasmático teórico x incremento
deseado (en tanto por uno).
o
Unidades
de plasma
= volumen a reponer / 250 (cada unidad de plasma aporta un volumen de 200-300
ml).
Así, por ejemplo, en el
caso de un varón de 70 kg de peso, con actividad de protrombina del 20%, en el
que queremos alcanzar un valor seguro del 50%; el incremento de la actividad de
protrombina será del 35% (0,3) y la cantidad de plasma a administrar será:
70 kg x 45 = 3.150
ml
3.150 x 0,3 = 945
ml
945 / 250
= 3,78 ≈ 4 unidades
Shock hipovolémico
Se produce por una
disminución del volumen circulante que causa una perfusión inadecuada a los
tejidos.
La causa más frecuente del
shock hipovolémico es la hemorragia, aunque puede haber
shock hipovolémico por
pérdidas no hemorrágicas, como es el caso de deshidrataciones, pérdidas por
gastroenteritis o quemaduras.
Shock
hemorrágico
Es el resultado de la
pérdida sanguínea por traumatismos, heridas, fracturas abiertas o sangrados hacia
cavidades cerradas (tórax o abdomen). En este caso, se produce una disminución del
volumen circulante y una pérdida de Hb.
La gravedad del shock
dependerá de la cuantía de la pérdida y de la velocidad de su instauración. Las hemorragias de grado III y IV, con
pérdidas sanguíneas superiores al 30%, causan hipoperfusión y shock
hemorrágico.
El tratamiento tiene como
objetivos tanto el control de la hemorragia (compresión, tratamiento quirúrgico,
etc.) como el reponer las pérdidas sanguíneas. Se consigue la estabilización hemodinámica
y la mejora del aporte de oxígeno a los tejidos.
Clasificación de las
hemorragias de la Advanced Trauma Life Support Course (ATLS) (adulto varón de
70 kg de peso)
Tratamiento
prehospitalario del shock hemorrágico-hipovolémico:
Dentro del tratamiento
prehospitalario, es importante la compresión
manual del foco de hemorragia, si éste
fuera visible, evitando, en lo posible,
la aplicación de torniquetes por su
capacidad de provocar isquemias.
También hay que considerar
la sueroterapia, teniendo
en cuenta el tipo, la dosis perfundida y los objetivos de control, que
dependerán del tipo de hemorragia, antecedentes personales, tipo de escenario,
tiempo de transporte al hospital más cercano, logística existente, etc.
Se
recomienda iniciar la resucitación con cristaloides isotónicos 1.000-3.000 ml
en perfusión rápida (15-20 min). Los aportes posteriores se regularán según la
respuesta clínica del paciente, pudiéndose utilizar suero salino
al 0,9% en lugar de cristaloides isotónicos o administrar coloides (almidones)
manteniendo la equivalencia 3 a 1 con los cristaloides. Siempre que sea posible
hay que administrar los líquidos a 37 °C,
para evitar la hipotermia.
La reposición con
cristaloides debe realizarse en el intervalo de 40 a 80 ml/kg/hora. Mayores velocidades
no mejoran los resultados de la reposición. La fluidoterapia agresiva de más de 2 horas es inefectiva.
Si durante el traslado se
observa mejoría clínica del paciente, se seguirá la administración de fluidos, aunque a un ritmo más
lento. Una buena pauta de fluidoterapia
para el traslado de un paciente ya estable es la de suero fisiológico a un
ritmo de 63 ml/hora por una de las vías (lo que representa 1.500 ml/día), y
opcionalmente glucosalino (osea Glucosalino isotónico (Solución inyectable de Glucosa 2,5% y Cloruro de Sodio
0,45%, que viene siendo poner junto mesio gotero de fisiológico y medio de
glucosado 5%) a 42
ml/hora (lo que representa 1.000 ml/día). Si el paciente continúa estable, esta
pauta aporta sobradamente las necesidades basales de líquido y puede ser la
adecuada hasta la llegada al hospital.
Como efectos secundarios
destacan la acumulación del líquido en el espacio intersticial
en el abdomen (con aumento
de la presión abdominal) y el incremento del sangrado, induce mayor
hemodilución, mayor coagulopatía, elimina los coágulos y agrava la hipotermia.
Se pueden aplicar dos tipos
de resucitación:
·
Resucitación
con bajo volumen. Está indicada tanto
a nivel prehospitalario como hospitalario, sobre todo cuando coexisten
catástrofes, así como en situaciones de shock hemorrágico asociado a TCE grave
(Glasgow < 9) y cuando el tiempo de transporte es mayor de 30 minutos.
Se administran 250 ml de suero salino al
7,5% más dextrano 70 al 6% (o almidones HEA 130/0,4 al 6%) en unos 5 minutos.
·
Resucitación
controlada o hipotensiva (usado más frecuentemente). Se basa en
aplicar fluidoterapia, sobre todo con suero
salino hipertónico, junto a coloides para mantener la presión arterial
sistólica (PAS) entre 80 y 90 mmHg hasta que no se haya conseguido controlar
el foco hemorrágico (mediante cirugía, p. ej.) (damage
control),
para corregir definitivamente las lesiones en una segunda etapa.
Ambas modalidades se tienen
que valorar en cada caso, ya que existen pacientes, como los ancianos o los
cardiópatas, que toleran mal la hipotensión.
Tratamiento
en urgencias hospitalarias del shock hemorrágico-hipovolémico:
Se extraerán muestras para
hemograma, bioquímica sanguínea, estudio de coagulación, gasometría venosa y
pruebas cruzadas, cursándose a la vez las muestras provenientes de la primera
asistencia (de existir) y solicitar y/o reservar al menos 2 concentrados de
hematíes. Simultáneamente a la estabilización inicial, se perfilará el
diagnóstico exacto del foco de hemorragia, si es visible, o la realización de
exploraciones complementarias (radiografías, ecografías, endoscopias,
tomografías computarizadas, etc.) que determinen los focos de sangrado.
Mientras tanto, se
proseguirá con la fluidoterapia hasta
recibir el primer control del Hto, que ha de ser lo más rápido posible, administrando
fluidos cristaloides (fisiológico/Ringer lactato) o coloides
(dextranos/almidones), valorando la respuesta del paciente con los
parámetros ya anteriores a los que se une la presión venosa central (PVC) (tras
haber canalizado una vía venosa central) y las posibles reacciones adversas.
Es frecuente que en
urgencias se inicie la transfusión de hemoderivados, que suele continuar en
quirófano, mientras se procede al cierre definitivo del punto de sangrado
siguiendo el esquema explicado con anterioridad.
Shock
hipovolémico no hemorrágico
Se produce como
consecuencia de pérdidas importantes de otros líquidos distintos a la sangre; como
en el shock hemorrágico, existe una volemia
insuficiente para la perfusión celular adecuada. Las causas más frecuentes
del shock hipovolémico no hemorrágico son:
·
Pérdidas de origen gastrointestinal (vómitos
importantes, diarreas profusas).
·
Diuresis excesiva (diabetes insípida,
diuréticos osmóticos, glucosuria).
·
Fiebre elevada con insuficientes aportes de líquidos (hiperventilación
y sudoración).
·
Extravasación del líquido a un tercer espacio (ascitis,
quemaduras, peritonitis).
Este tipo de shock comparte
características hemodinámicas con el hemorrágico; sin embargo, se diferencia en
el tipo de líquido perdido (líquido gastrointestinal, orina osmótica, agua libre,
etc.), lo cual comportará alteraciones electrolíticas importantes, como
hipernatremia, alcalosis metabólicas, etc.
La reposición de fluidos
deberá, por lo tanto, estar guiada por la alteración hidroelectrolítica presente.
En el prehospitalario se tratará igual que el hemorrágico. En el nivel
hospitalario, dado que se disponen de datos analíticos, se adecuará a las alteraciones
hidroelectrolíticas y ácido-base para proseguir con el tipo de sueroterapia.
En algunos casos de shock
hipovolémico, como en los grandes quemados o en cetoacidosis diabética, los fluidos
de resucitación se guiarán por los protocolos específicos de cada patología.
Shock distributivo
Se produce por una
disminución de las resistencias vasculares periféricas, que origina un descenso
de la PA hasta el punto de causar una insuficiente perfusión a los tejidos.
Las causas de esta
vasodilatación pueden ser la liberación de mediadores, como en el caso de la
sepsis y la anafilaxia, o la pérdida del tono simpático, como sucede en el
shock medular. En la mayor parte de los casos, a la caída de las resistencias
vasculares sistémicas se suma un aumento de la permeabilidad capilar, que
permite la salida de proteínas y líquido hacia el intersticio, favoreciendo la
aparición de edema, que compromete aún más el intercambio entre la célula y el
capilar; es el llamado «síndrome de fuga capilar».
Al tener una fisiopatología
común, el tratamiento en cuanto a la reposición de líquidos es el mismo en los
diferentes tipos de shock distributivo, sólo difiere el tratamiento etiológico.
A efectos didácticos, se describe la fluidoterapia en el shock séptico.
Shock séptico
El shock séptico es la
consecuencia de una respuesta inflamatoria del huésped a los microorganismos. De
acuerdo con la guía de manejo del shock séptico «Surviving Sepsis Campaign», se
recomienda el inicio precoz de la resucitación de cualquier paciente sólo con
la sospecha clínica de shock séptico.
Este protocolo debe ser
iniciado tan pronto como se reconozca la situación de hipoperfusión, sin
esperar a la llegada al hospital ni a la admisión en cuidados intensivos.
Tratamiento
prehospitalario
La fluidoterapia indicada
es igual que en el shock hemorrágico a nivel prehospitalario.
Tratamiento
en urgencias hospitalarias
Aunque todo lo anteriormente
expuesto sigue siendo válido, el ingreso en las urgencias hospitalarias permite
la realización de exploraciones complementarias que permiten un manejo más
preciso, lo que no deberá en ningún caso servir de retraso para el inicio del tratamiento.
Se adecuará la
fluidoterapia en función de los resultados de las pruebas de laboratorio y de la
respuesta del paciente a las cargas de volumen iniciales.
La administración de sangre
o hemoderivados estará en estos momentos en función del momento de la resucitación
en que se encuentre, ya que en las primeras 6 horas, si la saturación venosa
mixta de O2 o la saturación venosa central de O2 (tras canalización de vía
venosa central) no alcanzan los valores del 65 o 70% tras haber administrado
fluidoterapia y vasoconstrictores y habiéndose conseguido la meta en la PVC y
en la presión arterial media (PAM), se transfundirían concentrados de hematíes
para lograr una Hb de 10 g/dl o Hto del 30%.
Una vez resuelta la
hipoperfusión, también se transfundirán concentrados de hematíes si la Hb fuera
inferior a 7 g/dl para conseguir una Hb entre 7 y 9 g/dl en adultos en ausencia
de comorbilidad grave, tal como se ha explicado en la hemoterapia.
Shock cardiogénico y
obstructivo
Es el único tipo de shock
en el que no existe una hipovolemia absoluta o relativa para subvenir a las
necesidades de los órganos y tejidos, sino que se produce por un fallo de la
bomba cardiaca para mantener un gasto cardiaco adecuado.
Son varias las posibles
causas del shock cardiogénico, algo diferentes en su fisiopatología, lo que
condiciona por completo el manejo de la fluidoterapia: a) shock
cardiogénico por fallo de la contractilidad miocárdica; se trata de un fallo de
la contractilidad del corazón; b) shock cardiogénico
por fracaso en el inotropismo: una bradiarritmia severa y mantenida hace
disminuir el gasto cardiaco hasta llegar al shock, y c) shock
cardiogénico obstructivo extracardiaco; en este caso, el problema es una
obstrucción mecánica a la eyección cardiaca, como sucede en la tromboembolia
pulmonar (TEP) o en el taponamiento pericárdico.
Manejo
de fluidos en el shock cardiogénico
En el shock cardiogénico,
la fluidoterapia tiene muy escaso papel. Se utiliza en: a) algunos casos
de infarto agudo de miocardio (IAM) con afectación del ventrículo derecho; en
este caso, la hipotensión producida puede responder, al menos transitoriamente,
a suero fisiológico administrado en cantidades pequeñas (200-250 ml), mientras
que el cuadro mejora con su tratamiento (terapia de repercusión), y b) el shock
obstructivo extracardiaco; en estos casos, mientras se realiza el tratamiento
etiológico (fibrinólisis, drenaje pericárdico, etc.) se intenta estabilizar al paciente,
de forma transitoria, con el aporte de fluidos hasta alcanzar una PVC de 8-12
mmHg.
Bibliografía: Actualización manejo del paciente en shock en urgencias. Ana María Navarro Serrano. SEMES. Editorial Edikamed. 2011.
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